Noche, madrugada.
Una casa apagada.
En una habitación,
luz de ordenador.
No importa en que calle,
ya no importa.
Lo importante era virtual.
No hay nada que nos pare,
ya no lo hay.
Solo había nuestro ritual.
Que tristeza, saber que no volverá.
Que alegría, saber que ocurrió.
Maldita biporalidad la que se sumó.
No, más lágrimas no caerán.
Atrevido, cobarde...
e incluso ignorante.
pero daba igual,
solo quería ver contigo el mar.
"Nunca es triste la verdad
ResponderEliminarlo que no tiene en remedio"
(J. M. Serrat)